China extrae aproximadamente el 70% de los elementos de tierras raras a nivel mundial y refina el 91% del suministro total, incluidos los materiales de EE. UU. enviados para su procesamiento. Este dominio es la razón por la que EE. UU. se está moviendo hacia un 94% de abastecimiento nacional de tierras raras para 2030, porque en este momento EE. UU. es casi completamente dependiente del procesamiento y la fabricación de imanes de China a pesar de tener sus propias reservas minerales en el suelo. Para la IA específicamente, los elementos de tierras raras se encuentran en la capa de infraestructura crítica debajo del hardware en el que todos se enfocan. Los centros de datos utilizan imanes de tierras raras en discos duros, motores, sistemas de refrigeración y equipos de energía. A medida que los modelos de IA escalan y los centros de datos se expanden para manejar cargas de trabajo más grandes, la demanda de estos imanes explota exponencialmente. Tienes a la IA compitiendo con los vehículos eléctricos y los parques eólicos por el mismo suministro limitado de imanes, lo que significa que los costos y la disponibilidad de tierras raras impactan directamente el capex de los centros de datos y la rapidez con la que las empresas pueden desplegar realmente la infraestructura de IA a gran escala. Una escasez o un aumento de precios en los imanes de tierras raras significa construcciones de centros de datos más lentas, mayores costos de computación y despliegues de modelos de IA retrasados. Si China restringe las exportaciones de tierras raras o la capacidad de procesamiento, limita la rapidez con la que el mundo puede construir la computación de IA.