Uno de mis primeros encuentros con los NFTs provino de una línea en una entrevista: "Mis obras eventualmente terminarán en las colecciones emblemáticas del arte digital." En ese entonces, no podía entender cómo alguien podía mirar tan tranquilamente hacia el futuro de algo que apenas existía. Pero esa confianza se mantuvo conmigo durante mucho tiempo. A medida que pasaba el tiempo, noté que mi propio pensamiento cambiaba. No porque de repente tuviéramos más evidencia —no la teníamos—. Pero la dirección se siente más clara ahora: el arte digital se está convirtiendo gradualmente en parte de la historia más amplia del arte, no en una anomalía temporal. A menudo pienso en la sobresaturación. Sí, el flujo es masivo. Sí, es imposible ver todo. Pero eso sucede cada vez que aparece un nuevo medio artístico. La velocidad aumenta, el volumen crece, el entorno se vuelve caótico —pero el valor aún se acumula alrededor de aquellos que trabajan con significado, no con cantidad. Para mí, el arte digital no es un reemplazo ni una revolución por el simple hecho de interrumpir. Es simplemente el siguiente paso en una larga línea de medios artísticos. Y estoy empezando a sentir que no estamos viviendo un "experimento temporal", sino las primeras etapas de algo que eventualmente se convertirá en parte del paisaje cultural. Y tal vez la parte más extraña es la tranquila certeza de que todo se está moviendo en esa dirección.