Tuvimos la oportunidad de poner fin al conflicto y elegimos quemarlo. En 2005, ocurrió algo histórico. Israel se retiró completamente de Gaza - no solo sus soldados, sino también todos sus civiles, granjas y asentamientos. Miles de familias israelíes fueron desarraigadas de sus hogares por su propio gobierno. Las sinagogas fueron desmanteladas, invernaderos e infraestructura por valor de cientos de millones de dólares quedaron atrás - no destruidos, sino entregados para darnos la oportunidad de empezar de nuevo. Por primera vez en nuestra historia, tuvimos el control total sobre un pedazo de tierra - nuestras propias fronteras, nuestras propias ciudades, nuestro propio pueblo y acceso al mar. El mundo estaba listo para ayudar. Se prometieron miles de millones en ayuda e inversión. Podría haber sido el comienzo de un Singapur palestino. Pero en lugar de construir escuelas, hospitales e industrias, construimos túneles, cohetes y milicias. En lugar de crear esperanza, elegimos el odio. En lugar de convertir Gaza en la prueba de que los palestinos pueden gobernarse a sí mismos, la convertimos en la prueba de que no podemos. Cuando Israel se fue, el mundo esperaba calma, paz y progreso. ¿Qué les dimos? Guerra civil entre Fatah y Hamas. Ejecuciones en las calles. Un grupo terrorista apoderándose del poder y convirtiendo Gaza en una plataforma de lanzamiento para guerras interminables. Y el mundo aún pregunta: ¿Por qué Israel no "simplemente renuncia a Cisjordania" también? Porque ya vieron lo que sucedió la última vez que dieron tierra sin nada a cambio. La verdad es dolorosa, pero debe ser dicha: Se nos dio la oportunidad de construir un futuro y la usamos para destruir el nuestro. Podríamos haber mostrado que estábamos listos para la paz. En cambio, mostramos que estábamos gobernados por aquellos que temen la paz más que temen a la muerte. Cada cohete disparado desde Gaza no solo estaba dirigido a Israel - estaba dirigido a nuestro propio futuro....