La gente preguntó por qué dejé Polonia hace 15 años. En ese entonces, la economía estaba en crisis. Venía de un pequeño pero hermoso pueblo llamado Zamość. Crecí en un bloque de apartamentos de amianto, en un momento, cinco de nosotros en un piso de una habitación: mi madre, mi padre, tres hermanos y yo, antes de que mis hermanos se mudaran. Fui a una escuela militar porque soñaba con ser piloto. Pero cuando terminé, la realidad golpeó: los trabajos iban a aquellos que "conocían a alguien". A los 17 años, trabajé en una tienda de ropa por 250 libras al mes, tratando de construir un futuro. Así que dejé a todos y a todo atrás. No conocía bien el idioma, pero tenía un sueño. No me fui porque no amara a mi país, me fui porque quería una vida mejor.