Dato curioso: cuando el multimillonario Jim Breyer decidió adquirir hace unos días un Winds of Yawanawá único para 1M, su primera pieza de arte digital, otra opción para él habría sido simplemente barrer los suelos de la colección. Si hubiera hecho eso, habría adquirido unas 40 piezas WoY y habría subido el precio mínimo a unos 25 ETH. Esto no es un debate sobre si la gente habría tirado el arte después o si habría creado FOMO. Ni siquiera se trata de comparar el valor de invertir dinero en un grial 1/1 frente a piezas de varias ediciones. Es solo un ejemplo de cómo un único coleccionista de arte tradicional que decide destinar una pequeña fracción de su colección al arte digital puede cambiar todo un ecosistema. Este es el impacto de lo que puede hacer 1M cuando está impulsado por la condena de un nuevo coleccionista. Si el mundo del arte tradicional decide entrar en serio en lo digital, ninguno de nosotros está preparado para lo que pueda venir después.