La economía japonesa experimentó una contracción más rápida de lo esperado en el tercer trimestre, con un PIB disminuyendo a una tasa anualizada del 2,3%. Aunque el consumo privado mostró un ligero repunte, una revisión significativa a la baja del gasto de capital y un freno de la demanda interna contribuyeron al crecimiento negativo revisado.