Hace tres años, un millón de tokens de inferencia de IA costaban 60 dólares. ¿Hoy? Seis céntimos. Un colapso de costes del 99,9%. Cuando algo tan potente se vuelve tan barato, no se limita a los laboratorios de investigación, puede inundar la economía. La IA se está difundiendo ahora más rápido que cualquier otra tecnología en la historia — en todas las industrias, en todos los flujos de trabajo, en todos los dispositivos; 800 millones de personas usan ChatGPT semanalmente. Y todavía estamos lejos del punto máximo de lo que es posible. La verdadera historia es la difusión y la ubicuidad. ¿Puede la inteligencia convertirse en una utilidad — barata, en mejor, autodidacta e integrada en todas partes? Porque en una contienda geopolítica definida por la capacidad y la velocidad, la nación que difunde inteligencia más rápido, en el gobierno, la industria y la sociedad, obtendrá una ventaja extraordinaria.