La oración no evita que te disparen, o te apuñalen, o que un huracán destruya tu casa o que una inundación arrase a tus hijos. La oración es la forma en que te transformas a imagen y semejanza de Cristo, y a través de la santificación puedes vivir para siempre con Él en el paraíso, junto con todos los santos y ángeles. Para eso es la oración, y cualquiera que rechace eso también rechaza a Dios, y no tiene derecho a hablar sobre cuándo es o no apropiado orar.