Ningún estudiante o padre debería tener que soportar el terror y la angustia de un tiroteo escolar como el que ha tenido lugar hoy en Minneapolis. Los horrores infligidos a la Escuela Católica de la Anunciación no podrían ser más insensatos y dolorosos. Mis oraciones están con todas las familias y todos los miembros del personal afectados por esta horrible tragedia. A los socorristas, les recomiendo su valentía y rápida respuesta en un momento tan devastador.
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