Noah se emborrachó. Jonás huyó. Moisés tartamudeaba. Abraham era viejo. Lázaro estaba muerto. Pablo era un asesino. Sara era impaciente. Elías estaba deprimido. Tomás era un incrédulo. Sin embargo, fueron elegidos por Dios. Querido hijo, Dios no llama a los calificados; Él califica a los llamados.