Ayer grité a dos mujeres en la sauna. Eran mujeres desagradables, de mediana edad, con acentos muy comunes. Estaban discutiendo extensamente sobre sus diversas quejas de salud en una sauna llena, a alto volumen. Era insoportable y simplemente no pude evitar gritarles que estaba tratando de idear estrategias de derivados y que estaba intentando relajarme, y ellas lo hacían imposible con su charla incesante y banal.