El arte digital prometía libertad de los viejos guardianes. En cambio, el poder se reagrupó en torno a plataformas, intermediarios y algunas cuentas ruidosas. Confundimos la nueva forma con una nueva sustancia. El resultado son los mismos cuellos de botella en el descubrimiento, el pago y la legitimidad, disfrazados de innovación. Si queremos un resultado diferente, necesitamos incentivos diferentes: curaduría abierta, algoritmos transparentes, repartos justos y protocolos que distribuyan el poder en lugar de concentrarlo.
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