“Pero mi hijo realmente no juega con los juguetes aburridos”, dicen muchos padres. Puede que le hayan dado un conjunto de bloques viejos y aburridos que no se iluminan ni les hablan y no hayan mostrado interés. Una simple muñeca de trapo puede no compararse con una muñeca que canta el alfabeto y tiene muchos botones y sonajeros pequeños. Esto se debe a que el niño pequeño, especialmente uno que tiene menos de 5 años, tiene una capacidad de atención muy corta por naturaleza; su voluntad es tan poco formada como sus rótulas. Así como sus huesos están rodeados de carne blanda, también lo están su voluntad y su carácter. No tienen la capacidad, como nosotros, de perseverar a través de un momento aburrido y redescubrir un encanto más profundo a través de la paciencia. Por eso Dios nos ha dado a estos niños, como adultos, para ser su voluntad y su carácter por ellos. Somos el marco al que deben aferrarse para crecer. Un extracto de mi último ensayo