1/4 Aumentar la parte de la riqueza total retenida por los ricos – por ejemplo, reduciendo sus impuestos – beneficiará a los pobres, según la teoría del goteo. Al trasladar ingresos de aquellos que consumen una mayor parte de sus ingresos a aquellos que consumen una menor parte (y, por lo tanto, ahorran más), se incrementa el ahorro total, lo que a su vez aumenta la inversión (en una economía cerrada, el ahorro siempre es igual a la inversión). Debido a que más inversión (productiva) conduce a un crecimiento más rápido, el mayor ahorro de los ricos, en última instancia, beneficia a los pobres al aumentar los empleos y los salarios. Pero esto no es necesariamente más cierto de lo que es necesariamente falso. De hecho, la teoría del goteo puede funcionar bajo ciertas condiciones y fallar bajo otras. El punto que a menudo se pasa por alto tanto por los defensores como por los oponentes del goteo es que, si bien las políticas que transfieren ingresos a los ricos efectivamente aumentan el ahorro de los ricos, la clave es si también aumentan el ahorro total y la inversión total. Resulta que esto depende de las condiciones subyacentes en la economía. En un país con necesidades de inversión muy altas y un ahorro doméstico insuficiente para financiarlas todas, el aumento de la desigualdad de ingresos puede, de hecho, beneficiar a los pobres al aumentar la inversión – si existen mecanismos que dirijan el mayor ahorro de los ricos hacia inversiones productivas. En ese caso, las tasas de crecimiento del PIB más altas pueden compensar más que la disminución de la parte del PIB retenida por los hogares ordinarios.